Quienes han sufrido adversidades tempranas pueden necesitar ayuda adicional para garantizar su bienestar en la escuela, particularmente en momentos de cambio.
La aparición de comportamientos que se perciben como problemáticos pueden estar relacionados con sus experiencias vitales y, con mucha frecuencia, el personal escolar se desconcierta al comprobar que las estrategias que tienen éxito en el aula con el resto del grupo no resultan eficaces.
Sus familias (o profesionales de referencia si viven en centros de acogimiento residencial) pueden proporcionar información no solo sobre cualquier necesidad o problema específico a tener en cuenta, sino también sobre estrategias para facilitar su adaptación y bienestar.
Una reunión antes de que empiecen las clases brinda la oportunidad de obtener información sobre los intereses, puntos fuertes y preocupaciones del niño o niña, que puede ser muy valiosa para el profesorado.
Algunos casos requerirán que se defina un plan conjunto para acompañar la transición, para lo cual son esenciales los mecanismos de comunicación entre las partes.
No hay dos niños ni dos niñas iguales, pero hay algunas estrategias que el profesorad puede aplicar y que tanto las personas que viven bajo la tutela del Estado (o que fueron adoptadas) como sus familias (o quienes les acompañaron en su crecimiento, como las educadoras sociales de los centros de acogimiento residencial) nos han dicho que han mejorado sus experiencias al pasar de la escuela primaria a la secundaria:
La forma en que las familias o cuidadores/as principales afrontan esta transición influye en la experiencia del niño o niña. He aquí algunas recomendaciones que pueden ayudar:
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