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Cuando es necesario un apoyo extra o adaptaciones curriculares

Algunos niños o niñas que sufrieron situaciones adversas en edades tempranas pueden presentar posteriormente dificultades en las funciones ejecutivas, que afectan especialmente a la atención sostenida, la organización y la planificación. Cuestiones como anotar las tareas en una agenda o realizarlas siguiendo unas pautas concretas, pueden suponer un trabajo arduo que requiere acompañamiento y adaptaciones metodológicas por parte del profesorado.

Las tareas escolares pueden tener un impacto significativo en el bienestar emocional de los niños y niñas tanto dentro como fuera del horario escolar. De hecho, son uno de los principales desencadenantes de la angustia del alumnado, y esto suele estar relacionado con el miedo a cometer errores, a no terminar a tiempo o a decepcionar a sus mayores. Además, la realización de tareas de forma autónoma y el logro de los objetivos propuestos puede resultar inviable para algunos niños y niñas, especialmente aquellos que presentan dificultades en el desarrollo de las funciones ejecutivas.

Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas complejas y autodirigidas necesarias para alcanzar un objetivo.

Estas habilidades incluyen la toma de decisiones, la resolución de problemas, la planificación, la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva y la supervisión o inhibición de las propias conductas.

Su relación con el desarrollo socioemocional y cognitivo está ampliamente contrastada, por lo que es posible que quienes han tenido experiencias adversas en su infancia tengan especiales dificultades a la hora de organizar y acometer tareas o procesos.

Cuando el profesorado desconoce estas circunstancias, tiende a malinterpretar muchas situaciones de la vida cotidiana en el aula.

Para abordar estas dificultades, se pueden aplicar algunas pautas generales en el día a día del aula, como la flexibilidad en las rutinas de clase, la tutoría entre iguales, el trabajo por proyectos en el que los niños y niñas son los artífices del aprendizaje y la realización de actividades manipulativas.

No obstante, algunos niños y niñas pueden necesitar un mayor acompañamiento y algunas adaptaciones específicas como las siguientes:

  • Instrucciones sencillas y claras

    Al planificar una tarea, proporcionar las instrucciones de manera clara y concisa, facilitando el paso a paso. Para los cursos superiores, la misma pauta puede ser útil en los exámenes, utilizando preguntas cortas y una redacción clara. Algo tan sencillo como desmenuzar las tareas en subtareas puede ser esencial tanto para el proceso como para el resultado final.

  • Anotar los deberes

    Anotar los deberes para todas las asignaturas –por ejemplo en un espacio del aula que permanezca siempre visible– ayudará notablemente al alumnado. Antes del recreo o del fin de la jornada escolar, es importante dar unos minutos a quienes lo necesiten para anotar los deberes (y comprobar que lo han hecho).

  • Pautas escritas

    Explicar cómo y cuándo deben hacerse los deberes, sobre todo si requieren un formato o contenido específico. Utilizar diagramas visuales o cuadros sencillos como ayuda. Si se produce algún olvido, comentar qué ha fallado en el proceso y proporcionar estrategias para mejorar en futuras ocasiones.

  • Proporcionar estrategias

    Tener en cuenta la capacidad de los alumnos y alumnas para organizar el tiempo y el espacio, así como el orden y la forma de realizar las tareas. Trabajar estas estrategias junto con sus familias.

  • Proceso y resultados

    Hay que tener en cuenta que, en algunos casos, el producto final (las tareas) es tan costoso como el proceso (cómo hacer las tareas). Esto puede suponer un aumento del tiempo necesario para realizarlas. Disminuir la cantidad, si es necesario, en favor de la calidad y los procedimientos.

Recomendaciones para familias y profesorado

Un factor fundamental a tener en cuenta es la ayuda que prestan las familias en los deberes en casa. La disponibilidad y el apoyo que puedan prestar influyen decisivamente en todo el proceso educativo. Algunas recomendaciones para trabajar con los alumnos y alumnas son:

  • Flexibilidad en la evaluación del trabajo realizado.

    El resultado final exigido a cada niño o niña en una tarea puede ser diferente. Algunos menores requieren mucho más esfuerzo que otros para alcanzar determinados objetivos, lo cual es un elemento a tener en cuenta.

  • Escalonar los deberes

    Coordinar los deberes, las tareas y los calendarios de exámenes entre el equipo docente, para asegurarse de que las tareas se reparten a lo largo de la semana. Hacer visible la carga de trabajo en las aulas es una gran ayuda tanto para el profesorado como para los alumnos y alumnas.

  • Leer en voz alta

    Leer en voz alta el enunciado de los exámenes y tareas y asegurarse de que cada niño o niña sabe lo que se le pide.

  • Evaluación individualizada

    Algunas medidas sencillas pueden facilitar al profesorado la realización de evaluaciones individualizadas que favorezcan especialmente a los alumnos o alumnas con dificultades más importantes. Estas medidas incluyen: sustituir las pruebas escritas por pruebas orales, la posibilidad de elegir entre distintos modelos o el uso de una redacción flexible (en la que se permita, por ejemplo, las anotaciones visuales o los esquemas).

  • Adaptación de metodologías

    Las metodologías flexibles, el trabajo en grupo o el uso de propuestas didácticas flexibles y significativas facilitan tanto el aprendizaje como el desarrollo emocional y social del alumnado. Facilitan al profesorado la adaptación al ritmo de cada menor.

  • Establecer acuerdos con las familias

    Establecer tiempos para la realización de tareas, acordando con las familias lo que se exigirá a cada niño o niña, en función de las necesidades y dificultades que puedan presentar.
banderita CEE

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